miércoles, 31 de octubre de 2012

LA PARTE QUE SE QUEDA


Tanto a ti vengo y tanto te abandono…
Mas no soy yo quien llega y se despide,
sólo una parte mía,
la que logra besarte y adherirse
a tus relieves y concavidades,
la que te anuda en lazos imposibles,
y te explora, y penetra,
en vano empeño de prender raíces.
Es la parte que ruge y se abalanza,
la parte que al morir comen los buitres,
La otra parte se queda.
Vino una vez con suavidad de cisne,
y se negó a partir: Lago, enramada,
nubes, amaneceres y violines,
tiene características
de vaporosas formas intangibles.
Es la parte de mí que te acompaña
cuando caminas sola en tardes grises,
y percibes un brazo en la cintura
que nadie más percibe.
Es la parte de mí que entre las sábanas,
en esas noches que parecen tristes,
y no lo son del todo, se te enreda,
y tú, medio dormida, lo permites.
Mi peso, mi volumen, mi armadura
de carne y hueso, pueden despedirse,
pero el yo que protegen
pisará donde pises,
se acoplará a la curva de tu espalda,
mirará sobre el hombro cuando escribes,
sin que nadie lo vea, ni tú misma,
pero tú, sólo tú, sabrás que vive
a tu lado, y en ti, cuerpo sin forma,
espíritu con tacto que te ciñe.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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